En México residen 119.5 millones de personas, de las cuales 51.4 % son mujeres y 48.6 % son hombres, de acuerdo con datos de la encuesta intercensal aplicada en 2015. Se estima en nuestro país hasta el año 2017, habitan 12 millones 973 mil 411 habitantes de 60 años y más, de los cuales 53.9 % son mujeres y 46.1 % son hombres de acuerdo al Consejo Nacional de Población (CONAPO). El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que la transición demográfica ha provocado cambios importantes en la estructura por edad de la población. Estos cambios han dado lugar a un proceso de envejecimiento y la generación del llamado bono demográfico.
Se estima que para 2030, el porcentaje de adultos mayores será de 20.4 millones, lo que representará 14.8% de la población, con aumento de 32.4 millones en 2050 lo que podría significar hasta el 28% de la población de toda la República Mexicana.
En términos relativos, el peso de los adultos mayores crecerá de 9.5 a 21.5 % de acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO).
Uno de los aspectos más desafiantes es la velocidad del fenómeno. Mientras que en países llamados desarrollados o primer mundo como Francia les tomó 115 años duplicar su población de adultos mayores de 7 a 14 % de la población total, a México le tomará sólo 30 años transitar del nivel actual de 9.5 a 21.5 %.
Entidades de la República Mexicana que concentran el mayor número de habitantes de 65 años o más (62%)
Entidades de la República Mexicana que concentran el menor número de habitantes de 65 años o más (9.6%)
Se estima que la esperanza de vida ha aumentado alrededor de 15 años en un período de cuatro décadas (en 1970 era de 60.6 años y en 2017 es de 75.3 años) y se espera un incremento adicional cercano a 5-7 años para 2050, hasta alcanzar 80-83 años, similar a Japón país que actualmente tiene la mayor esperanza de vida seguido por países como España, Corea del Sur, Suiza y Francia.
La edad media de la población del país aumento tan sólo en 5 años, al pasar de 21.8 a 26.6 años entre 1970 y 2000. En contraste, en los próximos treinta años el incremento será de más de diez años: alcanzará 37 años en 2030 y llegará a los 43 años en 2050.
Este fenómeno implicará una profunda transformación en lo relacionado a demandas sociales, así como la reestructuración y reorganización de muchas de nuestras instituciones, las cuales deberán responder a las necesidades sociales de empleo, vivienda, equidad, educación y salud, asociadas a una estructura por edad que dejó de ser predominantemente joven para transitar muy rápidamente a etapas de pleno envejecimiento.
La pirámide de población de México perderá su forma triangular característica de una población joven, para adquirir un perfil rectangular abultado en la cúspide, propio de las poblaciones envejecidas.
El cambio en la estructura por edad contribuirá a modificar el patrón de enfermedades y la mortalidad general de la población. La incidencia de los fallecimientos derivados de enfermedades infecto-contagiosas continuará disminuyendo al mismo tiempo que se incrementará el peso de los fallecimientos provocados por padecimientos crónico-degenerativos. Sin duda un gran reto que tendremos que asumir.
Actualmente, nuestras estrategias tienen que ir destinadas a encarar el envejecimiento poblacional. El fomento a la prevención de la salud, una adecuada oferta de servicios de salud para adultos mayores, uso de programas y una buena promoción de los mismos, acciones que potencien las habilidades y destrezas de los adultos mayores.
Fortalecer la participación en la sociedad es un gran desafío que tendremos todos los mexicanos. Motivar a un mayor conocimiento de la vejez y del adulto mayor será vital. Una mejor educación nos llevara sin duda a una mejor convivencia y sobretodo un mayor conocimiento de lo que debemos hacer como sociedad-familia para tener una cultura exitosa hacia nuestros ancianos.
Un gran sentido de pertenencia debe sobresalir en nuestro México hacia nuestros adultos mayores. Partiendo de la razón que los adultos mayores del mañana ya nacimos, debemos tener una corresponsabilidad íntegra para garantizar las bases que nos lleven a un envejecimiento exitoso y por ende a un nuevo paradigma.